Laboratorio de liderazgo            

Por: Alejandra Martínez Castillo – Coach empresarial
Embajadora del Laboratorio de Liderazgo ALSUM

La forma en que nos comunicamos con otros y con nosotros mismos, determina la calidad de nuestras vidas – Anthony Robbins.

¿Cuántas veces has escuchado: tenemos problemas de comunicación? Lo que necesitamos es que te comuniques de manera efectiva. Lo que este gerente necesita es “comunicarse mejor”. ¿Mejor que qué?, ¿esto de comunicación efectiva qué significa?, ¿por qué es tan importante comunicarnos de manera asertiva y efectiva con los otros, e incluso, con nosotros mismos?

Los seres humanos somos seres sociales y lingüísticos, es decir necesitamos unos de otros para sobrevivir, conocernos y desarrollarnos; y nos comunicamos por medio de palabras, frases y corporalidad. Hablamos nuestro propio idioma y podemos aprender otros para conectar con diferentes culturas y nacionalidades.

Nuestra capacidad de hablar es mucho de lo que nos hace humanos, porque no solo describimos y conocemos la realidad a través del lenguaje, sino que la creamos: hacemos ofertas y peticiones, establecemos acuerdos, resolvemos problemas y todo el tiempo nos estamos comunicando. Si todo el tiempo estoy en una conversación conmigo o con alguien más para crear promesas, dar seguimiento, resultados y desarrollo, más nos valdría tener una comunicación que nos sirva, que tenga el resultado que quiero obtener como individuo o como organización. A esta comunicación útil, clara, fluida y satisfactoria es lo que llamamos comunicación efectiva. Sin embargo, la comunicación no es solo lo que decimos, sino cómo lo decimos, la carga emocional, las creencias que están detrás, el contexto en el que lo digo, más la interpretación del otro. Con todos estos factores se vuelve más desafiante lograr una comunicación que sirva para todos, logre resultados y nos deje con un estado de ánimo de satisfacción y tranquilidad.

Entonces la pregunta es ¿cómo logro una comunicación efectiva cuando hay tantos factores en juego? Pues como dijo Shakira, empezando por uno mismo. Primero, es importante revisar qué conversaciones internas tengo, observar las emociones que me disparan y ver si esto que me estoy diciendo puede ser respaldado por evidencias y hechos; si la emoción que tengo no es la más efectiva para iniciar la comunicación, cambiar de emoción. Segundo, identificar qué es lo que quiero decir, ¿tengo claro el mensaje?, ¿mi intención?, ¿mi objetivo?, ¿cuáles son las palabras más precisas para transmitir lo que necesito?, ¿es un mensaje informativo, voy a hacer una petición, una oferta, una negociación?, ¿qué espero recibir de vuelta? Tercero, ¿cuál es mi audiencia?, ¿conozco la expectativa y postura de la contraparte?, ¿hay algún espacio que “limpiar” por interacciones previas?, ¿cuál es el lenguaje más adecuado para esta audiencia? Cuarto, ¿el contexto es el óptimo para mantener esta comunicación?, ¿necesito armar un caso o ir al grano?, ¿el medio de comunicación es el más favorable para enviar mi mensaje? Quinto, ¿tengo un plan alterno por si las cosas no resultan como a mi me gustarían?, esto es cuando yo soy quien va a iniciar la comunicación. En caso de ser el receptor las preguntas son ¿estoy en una posición suficientemente neutral para recibir el mensaje de mi contraparte?, ¿cuál es mi emoción?, ¿cuáles son mis prejuicos y cómo los ignoro para que no me estorben al recibir el mensaje?, ¿estoy escuchando para comprender o para responder?

Más que una serie de pasos, leer un artículo o tomar un curso, la invitación es a practicar con cada una de estas preguntas para conmigo mismo y cuando estoy en relación con otro.

A través de una comunicación efectiva establecemos acuerdos, logramos resultados y pedimos lo que queremos o necesitamos. Es por ello que practicar una comunicación efectiva se vuelve crítico para el desarrollo profesional. Puedo establecer con mi jefe y mi equipo qué es lo que se espera de mi/ nosotros y después coordinar las acciones, a través de conversaciones para logarlo. Comunicando también lo que yo espero, la otra parte puede acceder, negar o renegociar y con claridad se disminuyen las sorpresas y los malos entendidos.

En la medida en que me conozco y hago una práctica consistente de gestión emocional, asertividad en el mensaje, oportunidad en el contexto e identificación de audiencia, mi capacidad de comunicación se desarrollará al tiempo que impacto a otros y así podré trazar un camino de crecimiento y evolución.

Este artículo hace parte de la Revista ALSUM #15.


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