McKinsey
Desde que se acuñó el acrónimo “ESG” (ambiental, social y de gobernanza) en 2005, solo hasta hace poco su relevancia ha ido en constante aumento. Por ejemplo, ha habido un crecimiento de cinco veces en las búsquedas de estos criterios en Internet desde 2019 y las compañías han asignado más recursos para implementarlos o mejorarlos. Más del 90 % de las empresas S&P 500 ahora publican informes ESG de alguna forma, al igual que aproximadamente el 70 % de las empresas Russell 1000.
Esta importancia también ha sido claramente evidente en las inversiones, ya que las entradas en fondos sostenibles, por ejemplo, aumentaron de $5 mil millones en 2018 a más de $50 mil millones en 2020, y luego a casi $70 mil millones en 2021; y ganaron $87 mil millones de dinero nuevo neto en el primer trimestre de 2022, seguidos de $33 mil millones en el segundo trimestre.
Una parte importante del crecimiento ha sido impulsada por el componente ambiental de los criterios ESG y las respuestas al cambio climático. Pero la dimensión social, también ha ido ganando protagonismo, ya que un análisis encontró que las propuestas de los accionistas relacionadas con lo social aumentaron un 37 por ciento en la temporada de representación de 2021 en comparación con el año anterior.
A raíz de la guerra en Ucrania así como los efectos geopolíticos, económicos y sociales acumulativos, los críticos han argumentado que la importancia de ESG ha alcanzado su punto máximo. Algunos consideran que la preocupación actual por estos criterios puede recordarse como una mera moda pasajera y seguir el camino de acrónimos similares que se han utilizado en el pasado; otros han argumentado que ESG representa una combinación extraña e inestable de elementos y que la atención debe centrarse solo en la sostenibilidad ambiental. Por lo tanto Mckinsey hace un análisis con base en las cuatro críticas principales:
1. ESG no es deseable, porque es una distracción
Quizás la objeción más destacada a los criterios ha sido que se interpone en el camino de lo que los críticos ven como lo que se supone que deben hacer las empresas: «ganar tanto dinero como sea posible mientras se ajustan a las reglas básicas de la sociedad”. Otros críticos calificaron los esfuerzos de ESG como «lavado verde», «lavado de propósito» o «lavado despierto» y una encuesta de Edelman, por ejemplo, informó que casi tres de cada cuatro inversores institucionales no confían en las empresas para lograr sus compromisos declarados de sostenibilidad, ESG o diversidad, equidad e inclusión (DEI)
2. ESG no es factible porque es intrínsecamente demasiado difícil
Una segunda crítica indica que lograr el equilibrio necesario para implementar ESG de una manera que resuene entre múltiples partes interesadas es simplemente demasiado difícil. Al resolver un rendimiento financiero, el objetivo es claro: maximizar el valor para la corporación y sus accionistas. Pero, ¿y si el mandato es más amplio y las soluciones viables mucho más complejas? Resolver para múltiples partes interesadas puede estar plagado de compensaciones e incluso puede ser imposible.
3. ESG no es medible, al menos en cualquier grado práctico
Una tercera objeción es que estos no se pueden medir con precisión. Si bien las dimensiones E, S y G individuales pueden evaluarse si se capturan los datos auditables requeridos, algunos críticos argumentan que las puntuaciones agregadas tienen poco significado. La deficiencia se ve agravada por las diferencias de ponderación y metodología entre los proveedores de calificaciones y puntajes; por ejemplo, mientras que los puntajes crediticios de S&P y Moody’s se correlacionaron en un 99 %, los puntajes en seis de los proveedores de puntajes y calificaciones ESG más destacados se correlacionan en promedio solo en un 54 % y oscilan entre el 38 % y el 71 %.
4. Incluso cuando se pueden medir ESG, no existe una relación significativa con el desempeño financiero
La cuarta crítica es que las correlaciones positivas con rendimiento superior cuando existen podrían explicarse por otros factores, y en cualquier caso no son causales de la implementación de estos criterios. Varios estudios han cuestionado cualquier vínculo causal entre el desempeño ESG y el desempeño financiero. Si bien según un metaanálisis reciente, la mayoría de los fondos de inversión centrados en ESG superan al mercado en general, algunos no lo hacen e incluso aquellas empresas y fondos que han tenido un rendimiento superior bien podrían tener una explicación alternativa para su rendimiento superior.
Estas objeciones no reflejan la actualidad sobre el conflicto en Ucrania donde muchas empresas están tomando decisiones importantes, como suspender las operaciones en Rusia, proteger a los empleados en países en riesgo, organizar ayuda en un grado sin precedentes y hacerlo en respuesta a las preocupaciones de la sociedad. También continúan comprometiéndose con objetivos basados en la ciencia y definiendo y ejecutando planes para cumplir estos compromisos. Eso indica que las consideraciones ESG se están volviendo más, no menos, importantes en la toma de decisiones de las empresas.
Consulte el artículo original en: https://www.mckinsey.com/capabilities/sustainability/our-insights/does-esg-really-matter-and-why