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https://www.dw.com/ – 85 inversionistas han escrito una carta abierta a Naciones Unidas, en la que describen la situación de la gente de mar que sufre las actuales medidas antipandémicas y exigen soluciones. Sobre la carta de los inversores, que representan activos por valor de más de dos billones de dólares, informó –entre otras– la plataforma wallstreet-online.de.

La libertad de viajar se ha visto restringida en la mayoría de los países del mundo como consecuencia de la actual pandemia de COVID-19. Muy a menudo, a los marinos no se les permite desembarcar. Y, si desembarcan, no se les permite conducir desde los puertos en los que están anclados sus barcos hasta los aeropuertos más cercanos. Así que no pueden regresar a sus países de origen.

Todo esto aplica igualmente a los colegas que deberían relevarlos pero no pueden subir a bordo por las mismas razones. Por si fuera poco, varados como están: tanto unos como otros han dejado de percibir salarios.

El problema afecta, por un lado, a unos 400.000 marinos. Algunos de ellos llevan ya 17 meses varados a bordo, también por falta de conexiones aéreas o porque sus Estados de origen han cerrado fronteras.

Por otra parte, aproximadamente el mismo número de colegas está atascado casa y, por tanto, desempleado de facto. Según la Cámara Naviera Internacional (ICS), los afectados sumarán pronto hasta un millón.

Condiciones insostenibles

Los inversores describen «considerables riesgos para la salud y la seguridad» a bordo de los barcos y en los muelles en los que están anclados, si son marinos agotados y desmotivados los que tienen que cargar o descargar mercancías peligrosas, en condiciones difíciles.

Además, advierten sobre posibles interrupciones en las cadenas de suministro globales, que a su vez podrían poner en peligro la seguridad del abastecimiento en algunas partes del mundo. Piden a Naciones Unidas que clasifique a la gente de mar como «trabajadores esenciales» y les permitan llegar a sus barcos o, desde estos, regresar a casa.

Maya Schwiegershausen-Güth, de la Unión Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF), confirma la insostenible situación en muchos barcos. La sindicalista describía ya este verano, en entrevista con DW, cuánto sufren mental y físicamente los marinos por las restricciones del coronavirus. Y llamó a los gobiernos a ayudar a los afectados.

Los armadores alemanes también están alarmados

El problema ha sido varias veces abordado públicamente desde el estallido de la pandemia. Pero, hasta ahora, poco ha cambiado. Hace un mes, la Asociación de Armadores Alemanes (VDR) exigió también ayuda para la gente de mar en la pandemia de COVID-19. La VDR insta asimismo a que se les clasifique como “trabajadores esenciales” y se les priorice en la vacunación.

El presidente de la VDR, Alfred Hartmann, pidió el 10 de diciembre levantar las –a  veces rígidas– restricciones de viaje. Citó dos resoluciones de la ONU y su Organización Internacional del Trabajo (OIT). A principios de diciembre, la propia ONU pidió designar como «trabajadores esenciales» a la gente de mar.

«Pese al coronavirus, los marinos nos están entregando los regalos de Navidad, así como muchos bienes con los que la Navidad puede volver a convertirse en una celebración especial este año», insistía Hartmann en diciembre. Así que ha sido particularmente amargo que no hayan podido estar con sus familias en estos días festivos, como consecuencia de la pandemia.

Intervención exitosa

En ocasiones, estos llamados pueden tener éxito, como muestra un ejemplo del pasado mes de noviembre en Asia y Australia: la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (ITF) había pedido a los gobiernos de Australia, China e India que pusieran fin a las condiciones insostenibles en algunos cargueros de carbón.

Según la ITF, embarcaciones como el Jag Anand y el Anastasia no habían podido atracar durante meses. En ellos y en otros buques, había marineros que llevaban 20 meses consecutivos de servicio, cuando la ley fija un período máximo de once meses.

Abdulgani Y. Serang, director del Sindicato de Marinos de la India, habló de una «crisis humanitaria». La gente de mar está «agotada mental y físicamente», advirtió. Así que resultaba «muy preocupante» que los funcionarios chinos, por ejemplo, continuaran prohibiendo el anclaje de transportistas de carbón australianos.

Solo un día después, la ITF pudo informar que al menos una autoridad había reaccionado. La Agencia Australiana de Seguridad Marítima (AMSA) anunció el 18 de noviembre que ya no otorgaría exenciones de la «regla de los once meses». El coordinador de la ITF, Fabrizio Barcellona, ​​enfatizó una vez más que «es inaceptable que se siga ignorando la crisis humanitaria en torno al cambio de tripulación, y que se siga negando a la gente de mar su derecho a regresar a casa y una atención médica adecuada».

Programa ejemplar

Si bien rara vez se toman medidas oficiales, algunas organizaciones actúan voluntariamente. Por ejemplo, en cooperación con una asociación de empleadores y dos cadenas hoteleras, la ITF ha puesto en marcha un programa en Manila, para ayudar a los marinos necesitados.

En la capital de Filipinas se han habilitado 300 habitaciones, en las que la gente de mar puede vivir durante una cuarentena de 14 días, que se asegura y supervisa las 24 horas. El programa, en el que se somete a prueba a los marinos, se lleva a cabo desde el 28 de octubre. Si el resultado de sus pruebas es negativo, se organizan transportes grupales al aeropuerto. Al mismo tiempo, las tripulaciones de reemplazo que dan negativo en los exámenes son llevadas a bordo de los barcos.

Para el Secretario General de la ITF, Stephen Cotton, este sistema es “la forma más segura” de que la gente de mar pueda tanto incorporarse a trabajar como ejercer su derecho de volver a casa.

Pero, para Schwiegershausen-Güth, de la propia ITF, no alcanza con iniciativas individuales como la de Manila. Es necesario, insiste, que los gobiernos reaccionen a las demandas del sindicato. O que Naciones Unidas atienda el llamado de los 85 inversionistas y, a su vez, presione a los legisladores de todos los países involucrados para aliviar la difícil situación de la gente de mar.

Consulte la noticia original en: https://www.dw.com/

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https://www.dw.com/ – 85 investors have written an open letter to the United Nations, in which they describe the situation of seafarers suffering from the current anti-pandemic measures and demand solutions. On the letter from investors, representing assets worth more than two trillion dollars, reported -among others- the platform wallstreet-online.de.

Freedom of travel has been restricted in most countries of the world as a result of the current COVID-19 pandemic. Very often, sailors are not allowed to land. And if they land, they are not allowed to drive from the ports where their boats are anchored to the nearest airports. So, they can’t go back to their home countries.

All this also applies to colleagues who should be relieved but cannot come on board for the same reasons. What is more, they are stranded as they are: both have stopped receiving wages.

The problem affects, on the one hand, some 400,000 seafarers. Some of them have been stranded on board for 17 months, also for lack of air connections or because their home States have closed borders.

On the other hand, about the same number of colleagues are stuck at home and therefore de facto unemployed. According to the International Chamber of Shipping (ICS), those affected will soon add up to one million.

Unsustainable conditions

Investors describe ‘considerable health and safety risks’ on board the ships and docks on which they are anchored, if exhausted and demotivated seafarers must load or unload dangerous goods under difficult conditions.

In addition, they warn of possible disruptions in global supply chains, which in turn could endanger security of supply in some parts of the world. They ask the United Nations to classify seafarers as ‘essential workers’ and allow them to reach their ships or, from them, return home.

Maya Schwiegershausen-Güth, of the International Transport Workers’ Union (ITF), confirms the unsustainable situation on many ships. The trade unionist described this summer, in an interview with DW, how much the sailors suffer mentally and physically because of coronavirus restrictions. He called on governments to help those affected.

German shipowners are also alarmed

The problem has been publicly addressed several times since the outbreak of the pandemic. But, so far, little has changed. A month ago, the German Shipowners’ Association (VDR) also demanded help for seafarers in the COVID-19 pandemic. The VDR also calls for them to be classified as ‘essential workers’ and given priority in vaccination.

VDR President Alfred Hartmann called on 10 December to lift the sometimes-rigid travel restrictions. He cited two resolutions of the UN and its International Labor Organization (ILO). In early December, the UN itself called for the designation of seafarers as ‘essential workers’.

‘Despite the coronavirus, the sailors are giving us Christmas presents, as well as many goods with which Christmas can once again become a special celebration this year’, Hartmann insisted in December. So it has been particularly bitter that they have not been able to be with their families on these holidays, as a result of the pandemic.

Successful intervention

Sometimes these calls can be successful, as an example from last November in Asia and Australia shows: the International Transport Workers’ Federation (ITF) had asked the governments of Australia, China and India to put an end to unsustainable conditions on some coal carriers.

According to the ITF, vessels such as the Jag Anand and the Anastasia had not been able to dock for months. In these and other ships, there were sailors who had 20 consecutive months of service, when the law sets a maximum period of eleven months.

Abdulgani Y. Serang, director of the Indian Seafarers’ Union, spoke of a ‘humanitarian crisis’. The seafarers are ‘mentally and physically exhausted’, he warned. So, it was ‘very worrying’ that Chinese officials, for example, continued to ban the anchorage of Australian coal carriers.

Only a day later, the ITF was able to report that at least one authority had reacted. The Australian Maritime Safety Agency (AMSA) announced on 18 November that it would no longer grant exemptions from the ‘eleven-month rule’. The ITF coordinator, Fabrizio Barcellona, once again emphasized that ‘it is unacceptable that the humanitarian crisis surrounding the change of crew continues to be ignored, and that seafarers continue to be denied their right to return home.

Exemplary program

While official action is rarely taken, some organizations act voluntarily. For example, in cooperation with an employers’ association and two hotel chains, ITF has launched a program in Manila to help seafarers in need.

In the capital of the Philippines, 300 rooms have been set up, where seafarers can live for a 14-day quarantine, which is secured and monitored 24 hours a day. The program, in which seafarers are tested, has been running since 28 October. If your test results are negative, group transport to the airport is organized. At the same time, the replacement crews that give negative in the examinations are taken on board the ships.

For ITF Secretary-General Stephen Cotton, this system is ‘the surest way’ for seafarers to be able to both work and exercise their right to return home.

But for Schwiegershausen-Güth, of the ITF itself, it is not enough with individual initiatives like the one in Manila. It is necessary, he insists, for governments to react to union demands. Or that the United Nations heed the call of the 85 investors and, in turn, pressure the legislators of all countries involved to alleviate the plight of seafarers.

See original article at: https://www.dw.com/

[:pb]

https://www.dw.com/ – 85 investidores escreveram uma carta aberta às Nações Unidas, na qual descrevem a situação de Marinheiros sofrendo com as atuais medidas pandêmicas exigindo soluções. Na carta dos investidores, que representam ativos no valor de mais de dois trilhões de dólares, relataram – entre outros – a plataforma wallstreet-online.de.

A liberdade de viajar foi restringida na maioria dos países do mundo como resultado da atual pandemia da COVID-19. Muitas vezes, os marítimos não têm permissão para desembarcar e, se desembarcarem, não podem ir dos portos onde seus navios estão ancorados até os aeroportos mais próximos. Portanto, não podem voltar para seus países de origem.

Tudo isso se aplica igualmente a colegas que deveriam substituí-los, mas não podem vir a bordo pelos mesmos motivos. Como se não bastasse, perdidos como estão: ambos deixaram de receber salário.

O problema afeta, por um lado, cerca de 400.000 marítimos. Alguns deles estão presos a bordo há 17 meses, também por falta de conexões aéreas ou porque seus estados de origem fecharam as fronteiras.

Por outro lado, aproximadamente o mesmo número de colegas está preso em casa e, portanto, de fato desempregado. De acordo com a International Chamber of Shipping (ICS), em breve os atingidos chegarão a um milhão.

Condições insustentáveis

Os investidores descrevem “riscos consideráveis para a saúde e segurança” a bordo dos navios e nas docas onde estão ancorados, se os marítimos exaustos e desmotivados tiverem de carregar ou descarregar mercadorias perigosas em condições difíceis.

Além disso, eles alertam sobre possíveis interrupções nas cadeias de abastecimento globais, o que por sua vez pode comprometer a segurança do abastecimento em algumas partes do mundo. Eles pedem às Nações Unidas que classifiquem os marítimos como “trabalhadores essenciais” e lhes permitam chegar aos seus navios ou, a partir deles, regressar a casa.

Maya Schwiegershausen-Güth, da União Internacional de Trabalhadores em Transporte (ITF), confirma a situação insustentável em muitos navios. O sindicalista já descrevia neste verão, em entrevista ao DW, o quanto os marítimos sofrem mental e fisicamente com as restrições do coronavírus. E ele pediu aos governos que ajudem as pessoas afetadas.

Armadores alemães também estão alarmados

O problema foi abordado publicamente várias vezes desde o início da pandemia. Mas, até agora, pouco mudou. Há um mês, a Associação dos Armadores Alemães (VDR) também exigiu ajuda aos marítimos na pandemia da COVID-19. O VDR também recomenda que sejam classificados como “trabalhadores essenciais” e tenham prioridade na vacinação.

O presidente do VDR, Alfred Hartmann, pediu em 10 de dezembro o levantamento das – às vezes rígidas – restrições a viagens. Ele citou duas resoluções da ONU e de sua Organização Internacional do Trabalho (OIT). No início de dezembro, a própria ONU pediu a designação dos marítimos como “trabalhadores essenciais”

“Apesar do coronavírus, os marinheiros estão nos dando presentes de Natal, assim como muitos bens com os quais o Natal pode mais uma vez se tornar uma celebração especial este ano”, insistiu Hartmann em dezembro. Portanto, é especialmente amargo que eles não tenham podido estar com suas famílias nessas férias, como resultado da pandemia.

Intervenção bem sucedida

Às vezes, essas chamadas podem ser bem-sucedidas, como mostra um exemplo de novembro passado na Ásia e na Austrália: a International Transport Workers Federation (ITF) pediu aos governos da Austrália, China e Índia que acabassem com as condições insustentável em alguns cargueiros de carvão.

De acordo com a ITF, navios como o Jag Anand e o Anastasia não conseguiam atracar há meses. Neles e em outros navios, havia marinheiros que cumpriam 20 meses consecutivos de serviço, quando a lei fixa o prazo máximo de onze meses.

Abdulgani Y. Serang, diretor do Sindicato de Marinheiros da Índia, falou de uma “crise humanitária”. Os marítimos estão “mentalmente e fisicamente exaustos”, alertou. Portanto, era “muito preocupante” que as autoridades chinesas, por exemplo, continuassem a proibir o ancoradouro de cargueiros australianos.

Apenas um dia depois, a ITF foi capaz de relatar que pelo menos uma autoridade havia reagido. A Agência Australiana de Segurança Marítima (AMSA) anunciou em 18 de novembro que não iria mais conceder isenções à “regra dos onze meses”. O coordenador da ITF, Fabrizio Barcellona, ​​enfatizou mais uma vez que “é inaceitável que a crise humanitária em torno da troca de tripulação continue a ser ignorada e que os marítimos continuem tendo seu direito de voltar para casa negado cuidados médicos adequados ».

Programa exemplar

Embora a ação oficial raramente seja realizada, algumas organizações agem voluntariamente. Por exemplo, em cooperação com uma associação de empregadores e duas cadeias de hotéis, a ITF lançou um programa em Manila para ajudar marinheiros necessitados.

Na capital filipina, foram montados 300 quartos, nos quais os marítimos podem viver por 14 dias de quarentena, que é protegida e monitorada 24 horas por dia. O programa, no qual os marítimos são colocados à prova, está em andamento desde 28 de outubro. Se o resultado dos seus testes for negativo, são organizados traslados de grupo para o aeroporto. Ao mesmo tempo, as tripulações de reposição com teste negativo são trazidas a bordo dos navios.

Para o secretário-geral da ITF, Stephen Cotton, esse sistema é “a maneira mais segura” para os marítimos irem trabalhar e exercer seu direito de voltar para casa.

Mas, para Schwiegershausen-Güth, da própria ITF, não basta com iniciativas individuais como a de Manila. É preciso, insiste, que os governos reajam às demandas do sindicato. Ou que as Nações Unidas atendam ao apelo dos 85 investidores e, por sua vez, pressionem os legisladores de todos os países envolvidos para aliviar a situação dos marítimos.

Veja a notícia original em: https://www.dw.com/

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