«21% de todas las muertes ocurridas en el mundo el 9 de marzo debido al covid-19 ocurrieron en Brasil, un país que solamente tiene el 2,7% de la población mundial. Entonces, esto es enorme. Brasil se está convirtiendo en una amenaza para la salud pública global», dijo Hallal a la BBC.
El miércoles 10 de marzo, el país registró 79.876 nuevos contagios confirmados, el tercer número más alto en un solo día, mientras que el número total de muertes relacionadas con el covid-19 alcanzó las 270.656, según cifras de la Universidad Johns Hopkins de EE.UU.
Eso quiere decir que Brasil tiene una tasa de 128 muertes por cada 100.000 habitantes, lo que le coloca en el puesto 11 entre los 20 países más afectados del mundo. Las tasas más altas se encuentran en la República Checa con 208 muertes por cada 100.000 personas y en Reino Unido con 188 muertes por cada 100.000 personas, según los reportes de la Universidad Johns Hopkins.
Crisis en los hospitales
Margareth Dalcolmo, médica e investigadora de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz, un centro de investigaciones científicas ubicado en Río de Janeiro), describió la situación como «el peor momento de la pandemia en Brasil».
En todo Brasil, las unidades de cuidados intensivos (UCI) están a más del 80% de su capacidad, según la Fiocruz. Y en 15 capitales estatales, las UCI están a más del 90% de su capacidad, incluso en Río de Janeiro y Sao Paulo.
La prensa del país afirma que la capital, Brasilia, ha alcanzado la capacidad total de las UCI, mientras que dos ciudades, Porto Alegre y Campo Grande, han superado esa capacidad.
En su informe, la Fiocruz advirtió que las cifras apuntan a la «sobrecarga e incluso el colapso de los sistemas de salud».
Hallal asegura que su estado (Rio Grande do Sul) está desbordado. «Aquí en el sur de Brasil, la situación se está poniendo realmente mala, superamos el 100% de la ocupación en las unidades de cuidados intensivos», dijo a la BBC.
También señaló que la gente se sentía «abandonada por el gobierno federal».
«Los políticos tardaron mucho en actuar», dijo Adilson Menezes, de 40 años de edad, a la agencia de noticias AFP frente a un hospital en Sao Paulo. «Lo estamos pagando la gente pobre», dijo Menezes refiriéndose al estado de casi colapso del sistema de salud pública de Brasil.
Brasil enfrenta su mayor crisis desde que comenzó la pandemia, pero aún así, parece que la gente está tratando de ignorarla.
Tomemos a Sao Paulo, por ejemplo. Si bien las tiendas que no son esenciales han tenido que cerrar estas últimas semanas, no hay ningún «confinamiento» del que hablar, ninguna restricción sobre con quienes se pueden reunir las personas y las escuelas han permanecido abiertas en gran parte (aunque con menor capacidad).
La gente aquí está tomando sus propias decisiones sobre cómo mantenerse a salvo y, ciertamente, no existe ese miedo como el que vimos en esta época hace un año, cuando todo el mundo se estaba encerrando, incluidos los brasileños.
Un año después, e incluso en medio de terribles estadísticas que siguen aumentando, la narrativa de Jair Bolsonaro ha sido comprada por muchos: la desconfianza hacia la vacuna china CoronaVac y las críticas contra el cierre de restaurantes y negocios.
Mientras tanto, los científicos están clamando cada vez más para que haya un mayor liderazgo nacional para detener el colapso de todo el sistema de salud en las próximas semanas.
¿Qué hay detrás de la ola de contagios?
El aumento en los casos en los últimos días se ha atribuido a la propagación de una variante altamente contagiosa del virus, llamada P1, que se cree que se originó en la ciudad amazónica de Manaos.
Los datos preliminares sugieren que la variante P1 podría ser hasta dos veces más transmisible que la versión original del virus.
También indican que la nueva variante podría evadir la inmunidad derivada de haber padecido la versión original del coronavirus: la probabilidad de reinfección se sitúa entre 25% y 60%.
La semana pasada, el Instituto Fiocruz dijo que la P1 era solamente una de varias variantes que generan preocupación, que se han vuelto dominantes en seis de los ocho estados estudiados por esa institución.
La directora de la Organización Panamericana de la Salud, Carissa Etienne, dijo que la situación en Brasil ofrece un recordatorio de la amenaza del resurgimiento. «Las áreas más afectadas por el virus en el pasado siguen siendo vulnerables a la infección hoy», apuntó.
Hallal, por su parte, reconoce el reto que implica la nueva variante pero asegura que el problema va más allá.
«Sabemos que la nueva variante es más transmisible y tenemos evidencia que va surgiendo de qué puede ser un poco más agresiva que el virus original, pero no todo tiene que ver con la variante. Como científico tengo que decirlo: es verano en esta parte del sur del mundo y la gente aquí en Año Nuevo participó en reuniones masivas por todas partes, así que la variante lo está haciendo más difícil, pero no es sólo la variante», apunta.
El especialista señala que en la actualidad hay algunas medidas para restringir la circulación de las personas, pero que probablemente no será suficiente para detener los contagios.
«Necesitamos combinar esto con una campaña de vacunación acelerada y no lo estamos viendo. Necesitamos atención inmediata de la industria farmacéutica, de otros gobiernos en el mundo porque si no empezamos a vacunar a la población aquí, muy pronto, esto se convertirá en una tragedia masiva», advierte.
Un «laboratorio natural»
Análisis de Smitha Mundasad, corresponsal de Salud de la BBC
A los científicos les preocupa que Brasil casi se haya convertido en un «laboratorio natural», donde la gente puede ver lo que sucede cuando el coronavirus pasa relativamente desapercibido.
Algunos advierten que el país es ahora un caldo de cultivo para nuevas variantes del virus, sin obstáculos por un distanciamiento social efectivo y alimentado por la escasez de vacunas.
Esto se debe a que cuanto más tiempo circula un virus en un país más posibilidades tiene de mutar, en este caso dando lugar a la variante P1.
Los expertos mundiales están pidiendo un plan que incluya vacunación rápida, encierros y estrictas medidas de distanciamiento social para controlar la situación.
La preocupación es que la variante P1 es una amenaza inminente sobre el progreso logrado en la región y en el resto del mundo.
En general, las vacunas actuales siguen siendo eficaces contra la variante, pero pueden ser menos efectivas que contra las versiones anteriores del virus para el que fueron diseñadas.
Los estudios están en curso, pero los expertos lograrán un conocimiento más sólido sobre cuán bien funcionan estas vacunas contra la P1 a medida que sigan monitoreando a las personas que han sido vacunadas en el mundo real.
Los científicos confían en que, si es necesario, las vacunas se pueden modificar con bastante rapidez para que funcionen contra nuevas variantes.
¿Cómo ha reaccionado el gobierno?
El presidente Jair Bolsonaro ha minimizado los riesgos que representa el virus desde el inicio de la pandemia.
También se ha opuesto a las medidas de cuarentena tomadas a nivel regional, argumentando que el daño a la economía sería peor que los efectos del virus en sí.
Este miércoles, el exmandatario y dirigente opositor Luiz Inácio Lula da Silva criticó las «estúpidas» decisiones del presidente Bolsonaro y dijo recomendó a los ciudadanos vacunarse. «Muchas muertes se habrían podido evitar», aseguró.
Bolsonaro, quien a principios de la semana dijo a los ciudadanos que «dejaran de lloriquear», rechazó las críticas de Lula diciendo que su gobierno ha hecho suficiente para combatir la enfermedad.
Por su parte, João Doria, un exaliado de Bolsonaro que ahora se ha convertido en un rival político, ha calificado al presidente de «loco».
La postura del mandatario ante la pandemia también ha sido objeto de severas críticas fuera de las fronteras de Brasil.
Consulte la noticia original en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-56369474[:en]BBC – Epidemiologist Pedro Hallal, who works in the southern state of Rio Grande do Sul, speaks of a situation of overflow that implies a danger projected beyond the borders of the South American giant.
‘21% of all deaths in the world on 9 March due to covid-19 occurred in Brazil, a country that has only 2.7% of the world’s population. So, this is huge. Brazil is becoming a threat to global public health’, Hallal told the BBC.
On Wednesday, March 10, the country recorded 79,876 new confirmed infections, the third highest number in a single day, while the total number of covid-19-related deaths reached 270,656, according to figures from US Johns Hopkins University.
That means that Brazil has a rate of 128 deaths per 100,000 inhabitants, which puts it in 11th place among the 20 most affected countries in the world. The highest rates are found in the Czech Republic with 208 deaths per 100,000 people and in the UK with 188 deaths per 100,000 people, according to Johns Hopkins University reports.
Crisis in hospitals
Margareth Dalcolmo, a doctor and researcher at the Oswaldo Cruz Foundation (Fiocruz, a scientific research center located in Rio de Janeiro), described the situation as ‘the worst moment of the pandemic in Brazil’.
Across Brazil, intensive care units (ICU) are at more than 80% capacity, according to Fiocruz. And in 15 state capitals, the UICs are at more than 90% of their capacity, including in Rio de Janeiro and Sao Paulo.
The country’s press says the capital, Brasilia, has reached the total capacity of the ICU, while two cities, Porto Alegre and Campo Grande, have exceeded that capacity.
In her report, Fiocruz warned that the figures point to the ‘overload and even collapse of health systems’.
Hallal assures that his state (Rio Grande do Sul) is overflowing. ‘Here in southern Brazil, the situation is getting bad, we exceed 100% of the occupation in intensive care units’, he told the BBC.
He also pointed out that people felt ‘abandoned by the federal government’.
‘The politicians took a long time to act’, Adilson Menezes, 40, told the AFP news agency in front of a hospital in Sao Paulo. ‘We are paying the poor people’, Menezes said, referring to the state of near collapse of Brazil’s public health system.
Brazil is facing its biggest crisis since the pandemic began, but still, it looks like people are trying to ignore it.
Take Sao Paulo, for example. While non-essential stores have had to close in recent weeks, there is no ‘confinement’ to talk about, no restriction on who people can meet with and schools have remained largely open (albeit with less capacity).
People here are making their own decisions about how to stay safe and certainly there is no such fear as we saw at this time a year ago, when everyone was locking themselves in, including Brazilians.
A year later, and even during terrible statistics that continue to rise, Jair Bolsonaro’s narrative has been bought by many: distrust of the Chinese CoronaVac vaccine and criticism of the closing of restaurants and businesses.
Meanwhile, scientists are increasingly calling for greater national leadership to stop the collapse of the entire health system in the coming weeks.
What’s behind the contagion wave?
The increase in cases in recent days has been attributed to the spread of a highly contagious variant of the virus, called P1, which is believed to have originated in the Amazon city of Manaus.
Preliminary data suggest that the P1 variant could be up to twice as transmissible as the original version of the virus.
They also indicate that the new variant could evade the immunity derived from having suffered the original version of the coronavirus: the probability of reinfection is between 25% and 60%.
Last week, the Fiocruz Institute said the P1 was just one of several variants of concern, which have become dominant in six of the eight states studied by that institution.
The director of the Pan American Health Organization, Carissa Etienne, said the situation in Brazil offers a reminder of the threat of resurgence. ‘The areas most affected by the virus in the past are still vulnerable to infection today’, he said.
Hallal, for his part, recognizes the challenge posed by the new variant but assures that the problem goes further.
We know the new variant is more transmissible, and we have evidence emerging it may be a little more aggressive than the original virus, but not everything has to do with the variant. As a scientist I have to say: it’s summer in this part of the south of the world and people here at New Year’s participated in mass meetings everywhere, so the variant is making it more difficult, but it’s not just the variant.
The specialist points out there are currently some measures to restrict the movement of people, but that will probably not be enough to stop the spread.
We need to combine this with an accelerated vaccination campaign, and we are not seeing it. We need immediate attention from the pharmaceutical industry, from other governments in the world because if we do not start vaccinating the population here, very soon, this will become a massive tragedy’, he warns.
A ‘natural laboratory’
Analysis by Smitha Mundasad, BBC Health Correspondent
Scientists are concerned Brazil has almost become a ‘natural laboratory’, where people can see what happens when the coronavirus goes relatively unnoticed.
Some warn the country is now a breeding ground for new variants of the virus, unhindered by an effective social distancing and fueled by a shortage of vaccines.
This is because the longer a virus circulates in a country the more likely it is to mutate, in this case resulting in the P1 variant.
World experts are calling for a plan that includes rapid vaccination, confinement and strict social distancing measures to control the situation.
The concern is that the P1 variant is an imminent threat to progress in the region and the rest of the world.
In general, current vaccines remain effective against the variant, but may be less effective than against previous versions of the virus for which they were designed.
Studies are underway, but experts will gain a stronger understanding of how well these P1 vaccines work as they continue to monitor people who have been vaccinated in the real world.
Scientists are confident, if necessary, vaccines can be modified quickly to work against new variants.
How has the government reacted?
President Jair Bolsonaro has minimized the risks posed by the virus since the beginning of the pandemic.
He has also opposed regional quarantine measures, arguing the damage to the economy would be worse than the effects of the virus itself.
On Wednesday, the former president and opposition leader Luiz Inácio Lula da Silva criticized the ‘stupid’ decisions of President Bolsonaro and said he recommended to citizens to get vaccinated. ‘Many deaths could have been avoided’, he said.
Bolsonaro, who at the beginning of the week told citizens to ‘stop whining’, rejected Lula’s criticism saying that his government has done enough to combat the disease.
For his part, João Doria, an exaliate of Bolsonaro who has now become a political rival, has described the president as ‘crazy’.
The president’s position on the pandemic has also been the subject of severe criticism outside Brazil’s borders.
See original news in: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-56369474[:]