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ALSUM – A manera de introducción, Arturo Posada comentó la preocupación del sector asegurador por la afectación de la economía ante la presencia del COVID-19, destacando que la pandemia se presentó justo en un momento coyuntural en el que el mercado de seguros marítimos se venía endureciendo a consecuencia de la reducción de las capacidades de aseguramiento del ramo marítimo por los resultados negativos, incremento en la severidad de los siniestros, y encarecimiento de costos de reparación en general.

Con base en este escenario, se identificó que la principal afectación que podría relacionarse con el seguro de buques y responsabilidades marítimas se refiere a la tripulación, no sólo porque podría ser susceptible a contraer la enfermedad, sino la complicación de realizar los cambios de turno, exponiendo a las tripulaciones a jornadas extraordinarias y agotamiento físico. Con respecto a este tema, Maria Grazia Blanco destacó, que siempre ha habido enfermedades infecciosas a lo largo de la historia de la navegación de buques, de tal forma que los convenios internacionales para mantener la seguridad física y mental de la tripulación lo contempla. Del mismo modo, destacó que los convenios internacionales STCW (Normas de Formación, Titulación y Guardia) de la OMI y el Convenio sobre el trabajo marítimo de la OIT establecen el marco normativo internacional para preservar las condiciones de trabajo y salud del personal de mar.

Al respecto Rosa Moran, reconoció la importancia de estos convenios internacionales, sin embargo, también señaló que la implementación de dichas condiciones es complicado por parte del estado rector del puerto de cada país. En muchas ocasiones, primero se supervisan las condiciones de seguridad física del buque, la documentación reglamentaria para el arribo de buques, dejando al final lo relativo a las condiciones de trabajo de la tripulación. Adicionalmente, ante la presencia de COVID-19 se vio el efecto de la complejidad del cambio de tripulantes, exponiendo a la tripulación al agotamiento físico que generalmente viene asociado a siniestros y pérdidas por error humano.

Adicionalmente, en la mesa de discusión se reconoció que si bien los buques no están siendo directamente afectados por el virus del COVID-19, podría presentarse un agravamiento de riesgo durante la pandemia. Sobre este tema Rosa Moran agregó que en su experiencia el cierre o reducción de turnos en los astilleros de reparación habían producido un incremento en los costos de reparación y mantenimiento e hizo la recomendación a los suscriptores marítimos a evaluar las condiciones de los buques a asegurar.

Del mismo modo, Jonathan Spencer comentó sobre como se podrían ver afectadas las coberturas de cascos y responsabilidades marítimas, citando que incluso, podrían llegar a presentarse averías gruesas en caso de que la tripulación crítica llegara a enfermarse y el buque tuviera que buscar un puerto de refugio. Por otra parte, externó la preocupación de que en tiempos de crisis es común que las compañías navieras realicen recortes de presupuesto, mismos que se ven reflejados en recortes a los costos por mantenimiento, produciendo eventualmente un agravamiento de riesgo. María Grazia Blanco añadió que una de las garantías en el seguro de buques es justamente la «navegabilidad del buque» y que la falta de mantenimiento puede llegar a comprometer esta condición.

Para finalizar, Arturo Posada realizó el planteamiento sobre si podemos seguir hablando de frustraciones del viaje por Fuerza Mayor por influencia del COVID-19, a lo que Maria Grazia Blanco invitó a la audiencia a reflexionar que en un principio la pandemia tomo a todos por sorpresa, pero que en este momento, es una situación ya conocida, por lo que el concepto de fuerza mayor probablemente ya no sería aplicable.

En conclusión, la mesa de discusión llevó a la reflexión de que podría existir un agravamiento del riesgo en el seguro de buques, no tanto por la presencia del COVID-19 sino por la crisis que generó esta situación de pandemia.[:]