Viajaba desde Hamburgo hasta Casablanca, pero se hundió en el Golfo de Bizkaia. Es la historia del buque italiano Grande América, que el pasado 12 de marzo naufragó entre las costas francesas y españolas a causa de un incendio. Después de dos semanas, el navío, que transportaba dos millares de coches de la marca Porsche, continúa varado en el fondo del mar. Mientras, las autoridades tratan de revertir esta situación de emergencia que, por el momento, ha dejado una mancha de petróleo de unos 50km² que se extiende hacia la costa francesa y cantábrica, según el satélite de la Unión Europea Copernicus Sentinel.
Las informaciones de las agencias revelan que las más de 2.000 toneladas de petróleo que el navío transportaba para propulsarse, además de estar diseminadas por varias partes del litoral, siguen vertiéndose en el fondo marítimo a más de 4.000 metros de profundidad, donde se encuentra hundida parte de la embarcación. Se trata de un fuel pesado (HFO) que es mucho más barato por su proceso de refinamiento, pero altamente contaminante. Aunque las normativas internacionales limitan el uso de este peligroso carburante en zonas como el Mar del Norte o el Mar Báltico, la zona del Cantábrico no tiene restricciones.
En un primer momento, dos días después del accidente, el Gobierno de España activó el Plan Golfo de Vizcaya –sistema de colaboración entre España y Francia en caso de siniestro en el Atlántico– con el que se movilizó el buque de Salvamento Marítimo Alonso de Chaves, cargado de efectivos y material para llevar a cabo labores de limpieza. Sin embargo, por el momento, el escenario de actuación esta paralizado por el temporal y el fuerte oleaje.
Por ello, desde Ecologistas en Acción reclaman que se pongan en marcha el Escenario 2 del Plan de Emergencia, ya que “pueden verse afectadas varias comunidades autónomas y zonas especialmente vulnerables”. Eneko Aierbe, portavoz de la organización, muestra su preocupación por las manchas, “no tanto por como están ahora, sino por cómo pueden llegar a ser, porque no son solubles y hay riesgos de que lleguen a la costa”.
Pep Arcos, experto en entornos marítimos de SEO/BirdLife, explica a Público el impacto que puede tener el accidente en la flora y la fauna de la zona. Los principales pobladores en riesgo –además de los cetáceos que habitualmente viven en este entorno– son ciertos tipos de aves marinas como el Frailecillo y el Arao, dos especies buceadoras. «El frailecillo es una especie que pasa mucho tiempo alejada de costa y que experimentó un declive importante. Está considerada como especie vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza«, informa el experto.
La localización del vertido, por el momento alejado de las costas, es quizá la razón de que este caso no esté teniendo una gran cobertura mediática. «A veces pensamos que porque una catástrofe de este tipo ocurra mar adentro, no afectará a nadie, pero hay muchas especies que no habitan en la costa», añade Arcos, para expresar que hay ciertas esperanzas, ya que parte de la población de aves marinas de la zona se encuentra en periodo de migración hacia las colonias de Inglaterra.
No obstante, los daños provocados por este accidente pueden tener también un impacto a largo plazo. Esto tiene que ver con las características de los vertidos que impregnaran plantas y algas que se encuentran dentro de la cadena trófica de alguna de las especies de la zona.
¿Quién tiene la culpa?
Los movimientos ecologistas españoles se muestran cautos a la hora de hacer valoraciones sobre cuál puede ser el impacto ambiental final. Sin embargo, el accidente del Grande América «ha servido para revelar el problema que hay detrás de este tipo de transportes», opinan fuentes de Greenpeace.
Desde Ecologistas en Acción, ponen el foco en el propio sistema que permite que se “muevan mercancías por todo el planeta en busca de negocios”. Por ello, señalan a la operadora del navío, Grimaldi Lines, que decidió que el barco saliera a la mar a pesar de que «se han publicado informaciones según las cuales el buque habría presentado varias carencias en materia de extinción de incendios en las últimas inspecciones», expresa Aierbe.
«Desde Greenpeace seguimos con atención la evolución del impacto del accidente y vertido del ‘Grande América’ que, una vez más, ha puesto de relieve el riesgo del intenso tráfico marítimo para los ecosistemas marinos y costeros y para la ciudadanía», explica Pilar Marcos, bióloga marina y responsable de la campaña de Biodiversidad de la organicación medioambientalista.
En cualquier caso, queda en el recuerdo el caso del buque mercante Don Pedro, que en 2007 se hundió frente a la costa de Ibiza, con una sentencia judicial que se resume en la absolución de los mandos y una indemnización de poco más de 500.000 euros. Esto, explican desde Greenpeace, es lo que no se puede repetir. «Quién contamina debe pagar», espera Marcos.
En ese sentido, desde Ecologistas en Acción instan a los gobiernos de España y de Francia a que hagan responsable a la empresa involucrada, para que corra con los gastos de los operativos de limpieza que están luchando desde hace varias semanas para que los restos no alcancen la costa.
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