En este blog reseñamos el Informe de Riesgos Globales 2022. Consulte el reporte completo en: https://www.marsh.com/us/risks/global-risk.html
El Foro Económico Mundial en asociación con Marsh McLennan, SK Group y Zurich Insurance Group han publicado la edición 17 de su informe sobre riesgos globales. La edición del año pasado advirtió sobre posibles riesgos económicos colaterales que ahora son peligros claros y presentes. Las interrupciones en la cadena de suministro, la inflación, la deuda, las brechas en el mercado laboral, el proteccionismo y las disparidades educativas están llevando a la economía mundial a aguas agitadas que tanto los países que se recuperan rápida como lentamente deberán navegar para restaurar la cohesión social, impulsar el empleo y prosperar. Estas dificultades están impidiendo la visibilidad de los desafíos emergentes, que incluyen el trastorno de transición climática, mayores vulnerabilidades cibernéticas, mayores barreras para la movilidad internacional y hacinamiento y competencia en el espacio.
A medida que el 2022 se abre camino, el COVID-19, así como sus consecuencias económicas y sociales, siguen representando una amenaza crítica para el mundo. La desigualdad en el proceso de vacunación y el riesgo de una recuperación económica desbalanceada se suma a las fracturas sociales y tensiones geopolíticas.
En los 52 países más pobres (hogar del 20 % de las personas del mundo), solo el 6% de la población había sido vacunada en el momento en que se elaboró este informe. Para el año 2024, las economías en desarrollo (excepto China) habrán caído en un 5,5% por debajo del crecimiento esperado de su PIB previo a la pandemia, mientras que las economías avanzadas lo habrán superado en un 0,9 %, ampliando la brecha mundial de ingresos.
La divergencia global resultante creará tensiones, dentro y fuera de las fronteras, lo que presenta el riesgo de empeorar los impactos en cascada de la pandemia y complicar la coordinación necesaria para abordar los desafíos comunes, incluidos el fortalecimiento de la acción contra el cambio climático, la mejora de la seguridad digital, la restauración de las formas de subsistencia y la cohesión social, y el manejo de la competencia en el espacio.
El Informe de Riesgos Globales del 2022 presenta los resultados de la última Encuesta de percepción de riesgos globales (GRPS, por sus siglas en inglés), seguidos del análisis de los riesgos clave que surgen de las actuales tensiones económicas, sociales, medioambientales y tecnológicas. El informe concluye con reflexiones sobre mejorar la resiliencia, aprovechando las lecciones de los últimos dos años de la pandemia del COVID-19. A continuación, se resumen los hallazgos clave tanto de la encuesta como del análisis.
Las percepciones de los riesgos globales destacan las preocupaciones sociales y medioambientales
Cuando se les pidió que tuvieran en cuenta los últimos dos años, los encuestados de la GRPS percibieron los riesgos sociales (en forma de “desgaste de la cohesión social”, “crisis en las formas de subsistencia” y “deterioro de la salud mental”) como aquellos que más empeoraron desde el comienzo de la pandemia. Solo 16% de los encuestados se sentían positivos y optimistas con respecto a la perspectiva del mundo, y solo 11% dijo que pensaba que la recuperación global se aceleraría. En cambio, la mayoría de los encuestados dijeron que esperan que los próximos tres años se caractericen por la volatilidad constante y una variedad de sorpresas o trayectorias fracturadas que separarán a los ganadores y a los perdedores relativos.
Los encuestados señalan nuevamente que los riesgos sociales y ambientales son los más preocupantes para los próximos cinco años. Sin embargo, en un horizonte de 10 años, la salud del planeta domina las preocupaciones: se percibe que los riesgos medioambientales son una de las cinco amenazas a largo plazo más críticas que el mundo enfrenta, así como potencialmente las más dañinas para las personas y el planeta; el “fracaso en la acción contra el cambio climático”, los “eventos climáticos extremos” y la “pérdida de biodiversidad” fueron clasificados como los tres riesgos más graves. Los encuestados también señalaron que las “crisis de endeudamiento” y las “confrontaciones geoeconómicas” están entre los riesgos más graves de los próximos 10 años.
Los riesgos tecnológicos, como la “desigualdad digital” y la “falla en la seguridad cibernética”, son otras amenazas críticas a corto y mediano plazo para el mundo según los encuestados en la GRPS. Pero estas se ubican más abajo en la clasificación general y se consideran como amenazas a largo plazo, y ninguna de ellas aparece entre las potencialmente más graves, lo que indica un posible punto ciego en las percepciones del riesgo.
La encuesta GRPS del 2021 incluyó una pregunta sobre los esfuerzos internacionales en la mitigación de los riesgos. “Inteligencia artificial”, “explotación espacial”, “desinformación y ataques cibernéticos transfronterizos”, “migración y refugiados” fueron las áreas en las que la mayoría de los encuestados manifestó que el estado actual de los esfuerzos de mitigación de los riesgos no es suficiente para el desafío, es decir, los esfuerzos se consideran “no iniciados” o que están en “desarrollo inicial”. Mientras tanto, en cuanto a “pagos de facilitación en el comercio”, “crimen internacional” y “armas de destrucción masiva”, la gran mayoría percibió que los esfuerzos de mitigación de riesgos están “establecidos” o que son “eficaces”.
Una recuperación económica divergente amenaza la colaboración para enfrentar los desafíos globales
Los desafíos económicos que surgen de la pandemia persisten. La perspectiva sigue siendo débil: en el momento en que se elaboró este reporte, se esperaba que la economía global fuera un 2,3% más baja para el 2024 de lo que hubiera sido sin la pandemia. El aumento de los precios de las materias primas, la inflación y las deudas son riesgos emergentes. Además, con otro aumento en los casos de COVID-19 hacia finales del 2021, la pandemia continúa sofocando la capacidad de los países para organizar la recuperación sostenida.
Las repercusiones económicas de la pandemia se suman a los desequilibrios del mercado laboral, el proteccionismo y la ampliación de las brechas digitales, educativas y de habilidades que corren el riesgo de dividir el mundo en trayectorias divergentes. En algunos países, el rápido proceso de vacunación, las transformaciones digitales exitosas y las nuevas oportunidades de crecimiento podrían significar un retorno a las tendencias previas a la pandemia a corto plazo y la posibilidad de un futuro más resiliente en un horizonte más lejano. Sin embargo, muchos otros países se verán retenidos por las bajas tasas de vacunación, las intensas exigencias continuas en los sistemas de salud, la división digital y los mercados laborales estancados. Estas divergencias complicarán la colaboración internacional necesaria para abordar los efectos cada vez mayores del cambio climático, la gestión de los flujos migratorios y combatir los peligrosos riesgos cibernéticos.
Las presiones nacionales harán que sea más difícil para los gobiernos enfocarse en las prioridades a largo plazo y limitará el capital político asignado a las preocupaciones globales. La “erosión de la cohesión social” es una de las principales amenazas a corto plazo en 31 países del G20, incluidos Argentina, Francia, Alemania, México y Sudáfrica. Ahora se espera que aumenten las disparidades que ya eran un desafío para las sociedades (se prevé que 51 millones de personas más, vivan en pobreza extrema en comparación con la tendencia previa a la pandemia) lo que amenaza con aumentar la polarización y el resentimiento en estas sociedades. Al mismo tiempo, las presiones locales amenazan con causar posiciones de interés nacional más fuertes y un recrudecimiento de las fracturas en la economía global, a expensas de la ayuda y cooperación internacional.
Una transición climática desordenada exacerbará las desigualdades
Los encuestados en la GRPS clasifican al “fracaso en la acción contra el cambio climático” como la mayor amenaza a largo plazo para el mundo y como el riesgo que potencialmente tendría los impactos más graves durante la próxima década. El cambio climático ya se manifiesta rápidamente en forma de sequías, incendios, inundaciones, escasez de recursos naturales y pérdida de especies, entre otros impactos. En el 2020, varias ciudades en todo el mundo experimentaron temperaturas extremas que no se habían registrado durante años, como un récord de 42,7°C en Madrid y la temperatura más baja que se ha visto en Dallas en 72 años, con −19°C. Además, las regiones como el círculo polar ártico han promediado temperaturas de verano 10 grados más altas que en años anteriores. Los gobiernos, las empresas y las sociedades están enfrentando una presión creciente para evitar las peores consecuencias.
Sin embargo, una transición climática desordenada caracterizada por trayectorias divergentes en todo el mundo y entre sectores separará aún más a los países y bifurcará las sociedades, creando barreras a la cooperación. Dada las complejidades del cambio tecnológico, económico y social a esta escala y la naturaleza insuficiente de los compromisos actuales, es probable que cualquier transición que logre la meta de cero neto para 2050 sea desordenada.
Aunque las cuarentenas por el COVID-19 provocaron una caída global en las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG, por sus siglas en inglés), las trayectorias ascendentes no tardaron en reanudarse: la tasa de emisiones de GHG aumentó más rápido en 2020 que el promedio de la última década. Los países que continúan por el camino de la dependencia de los sectores intensivos en carbono corren el riesgo de perder la ventaja competitiva debido a un mayor costo del carbono, una menor capacidad de resiliencia, la incapacidad para mantenerse al día con la innovación tecnológica y el poder de negociación limitado en los acuerdos comerciales.
Sin embargo, alejarse de las industrias intensivas en carbono, que actualmente emplean a millones de trabajadores, desencadenará volatilidad económica, profundizará el desempleo y aumentará las tensiones sociales y geopolíticas. La adopción apresurada de políticas medioambientales tendrá consecuencias no deseadas para la naturaleza; aún existen muchos riesgos desconocidos por la implementación de tecnologías biotecnológicas y de geoingeniería no probadas. Mientras que la falta de apoyo público para las transiciones del uso de terreno o los nuevos planes de fijación de precios crearán complicaciones políticas que ralenticen aún más la acción. Una transición que no tenga en cuenta las implicaciones sociales agravará aún más las desigualdades dentro y entre los países, lo que aumentará las fricciones geopolíticas.
La creciente dependencia digital intensificará las amenazas cibernéticas
La creciente dependencia de los sistemas digitales, intensificada por el COVID-19, ha alterado las sociedades. Durante los últimos 18 meses, las industrias se han sometido a una rápida digitalización, los trabajadores han cambiado al trabajo remoto cuando ha sido posible, las plataformas y dispositivos que facilitan este cambio se han multiplicado. Al mismo tiempo, las amenazas de seguridad cibernética están creciendo (en el 2020, los ataques de malware y ransomware aumentaron en un 358 % y un 435 %, respectivamente) y están superando la capacidad de las sociedades para prevenirlas o responder a ellas de manera eficaz. Las barreras de entrada más bajas para los delincuentes cibernéticos, los métodos de ataque más agresivos, la escasez de profesionales en seguridad cibernética y los mecanismos de control improvisados agravan el riesgo.
Los ataques a sistemas grandes y estratégicos provocarán una serie de consecuencias físicas en las sociedades, mientras que la prevención, inevitablemente implicará costos más altos. Los riesgos intangibles, como la desinformación, el fraude y la falta de seguridad digital, también afectarán la confianza pública en los sistemas digitales. Las mayores amenazas cibernéticas también corren el riesgo de alejar a los países si los gobiernos se mantienen en caminos unilaterales para controlar los riesgos. A medida que los ataques se vuelven más graves y con mayor impacto, las tensiones ya intensas entre los gobiernos afectados por el delito informático y los gobiernos cómplices en estos actos aumentará, la seguridad cibernética se convertirá en otro factor que genere divergencia, en lugar de cooperación, entre los países.
Las barreras al riesgo de movilidad agravan la inseguridad mundial
La creciente inseguridad resultante de las dificultades económicas, el impacto cada vez más intenso del cambio climático y la inestabilidad política, están obligando a millones de personas a dejar sus hogares en busca de un mejor futuro en el extranjero. La “migración involuntaria” es una de las principales preocupaciones a largo plazo para los encuestados en la GRPS, ya que 60 % de ellos ven el área de “migración y refugiados” como un espacio en el que los esfuerzos de mitigación internacional se consideran “no iniciados” o que están en “desarrollo inicial”. En el 2020, más de 34 millones de personas se desplazaron al extranjero a nivel mundial, un récord histórico. Sin embargo, en muchos países, los efectos persistentes de la pandemia, el aumento del proteccionismo económico y las nuevas dinámicas del mercado laboral generan mayores barreras para la entrada de migrantes que podrían buscar oportunidades o refugio.
Estas barreras más altas a la migración y su efecto indirecto sobre las remesas (un sustento crítico para algunos países en desarrollo) corren el riesgo de excluir una posible vía para restaurar los medios de subsistencia de las personas, mantener la estabilidad política y reducir las brechas laborales y de ingresos. Al momento de elaboración de este reporte, Estados Unidos enfrentaba una situación con más de 11 millones de puestos de trabajo vacantes en general y la Unión Europea, con un déficit de 400.000 conductores en la industria del transporte (camiones). En los casos más extremos, las crisis humanitarias empeorarán ya que a los grupos vulnerables no les queda más opción que embarcarse en viajes peligrosos. En el 2021, 4.500 migrantes, incluidas familias y niños, fallecieron o desaparecieron durante el viaje. Las presiones de la migración exacerbarán las tensiones internacionales si se utiliza cada vez más como instrumento geopolítico. Los gobiernos de los países de destino tendrán que gestionar las relaciones diplomáticas y el escepticismo de los inmigrantes entre sus poblaciones.
Las oportunidades en el espacio podrían verse limitadas por fricciones
Si bien los seres humanos han estado explorando el espacio durante décadas, los últimos años se ha visto una actividad mayor en este campo, tanto en la creación de nuevas oportunidades como en señalando un área de riesgos emergente, particularmente en cuanto a la creciente militarización y armamentos de esta área. Los nuevos participantes del mercado de satélites comerciales están alterando la influencia de control tradicional de los bienes comunes espaciales mundiales en la prestación de servicios satelitales, especialmente en cuanto a las comunicaciones relacionadas con Internet. Una mayor cantidad y rango de actores que operan en el espacio podrían generar fricciones si la exploración y explotación del espacio no se administran con responsabilidad. Con una gobernanza global limitada y desactualizada para regular el espacio junto con las políticas divergentes a nivel nacional, los riesgos se intensifican.
Una consecuencia de la actividad espacial acelerada, es un mayor riesgo de colisiones que podría conducir a una proliferación de residuos espaciales y afectar las órbitas que albergan la infraestructura de los sistemas clave de la Tierra, dañen equipamiento espacial valioso o provoquen tensiones internacionales. Las herramientas de gestión limitadas aumentan la probabilidad de que la actividad espacial escale las tensiones geopolíticas, y las recientes pruebas de armas en el espacio destacan dichos riesgos. La creciente actividad espacial también podría provocar impactos medioambientales desconocidos o aumentar los costos de los bienes públicos, como el monitoreo del clima o la vigilancia del cambio climático.
Segundo año de la pandemia: otorgan información sobre la resiliencia
En el 2021, los países implementaron nuevos mecanismos para responder a una crisis de salud pública con características cambiantes, lo que llevó a éxitos y fracasos. Dos factores interconectados fueron fundamentales para el manejo eficaz de la pandemia: primero, la disposición de los gobiernos para ajustar y modificar las estrategias de respuesta según las circunstancias cambiantes; y segundo, su capacidad para mantener la confianza social a través de decisiones basadas en principios y la comunicación efectiva.
Reflexionar sobre los principales objetivos de resiliencia de los gobiernos, las empresas y las comunidades ayudará a garantizar que las agendas estén alineadas con el fin de lograr un enfoque en toda la sociedad, para abordar los riesgos críticos de cualquier tipo. Para los gobiernos, equilibrar los costos, regular la resiliencia y ajustar los acuerdos de intercambio de datos para garantizar una gestión más precisa de las crisis, son clave para impulsar una interacción más sólida entre los sectores público y privado.
Las empresas, que reconozcan que una mejor preparación a nivel nacional será fundamental para la planificación, inversión y ejecución de sus estrategias, podrán buscar oportunidades en áreas como la cadena de suministro, los códigos de conducta dentro de su industria y la inclusión de una dimensión de resiliencia en las ofertas de beneficios para sus empleados. Las comunidades podrán ayudar a los gobiernos locales a unirse a los esfuerzos nacionales, mejorar la comunicación y apoyar los esfuerzos de resiliencia básicos. A nivel organizacional, las estrategias basadas en análisis de resiliencia y en requisitos clave de entrega, la apreciación de vulnerabilidades sistémicas y la adopción de una diversidad de enfoques también podrán ayudar a los líderes a crear una mejor resiliencia.
Resultados de la Encuesta de Percepción de Riesgos Globales 2021-2022
- Cicatrices del COVID-19
De acuerdo con la Encuesta de Percepción de Riesgos Globales (GRPS), la «erosión de la cohesión social», las «crisis de los medios de subsistencia» y el «deterioro de la salud mental» son tres de los cinco riesgos que más se han deteriorado a nivel mundial durante la crisis. Estos tres riesgos, y la propia pandemia («enfermedades infecciosas»), también están considerados entre las amenazas inminentes para el mundo. Estas cicatrices de la sociedad agravan los desafíos para la elaboración de políticas nacionales eficaces y reducen la atención y el enfoque necesarios, en la cooperación internacional para paliar los desafíos globales.
- Crisis de la deuda inminente
Las «crisis de endeudamiento» se identificaron como una amenaza inminente para el mundo en los próximos dos años, pero los encuestados en la GRPS creen que alcanzarán su punto más crítico en tres o cinco años. El estímulo gubernamental fue vital para proteger los ingresos, preservar los puestos de trabajo y mantener las empresas a flote, pero la carga de la deuda es ahora elevada y los presupuestos públicos continuarán expandiéndose tras la pandemia, a pesar de ser necesarios para financiar transiciones justas y ecológicas.
- El planeta no puede esperar
Las «Condiciones climáticas extremas» y el «fracaso de la acción contra el cambio climático» se encuentran entre los cinco principales riesgos a corto plazo para el mundo, pero las cinco amenazas a largo plazo más intimidantes están relacionadas con el medio ambiente. El «fracaso de la acción contra el cambio climático», las «Condiciones climáticas extremas» y la «pérdida de biodiversidad» también se clasifican como los tres riesgos potencialmente más graves para la próxima década. Mientras que la preocupación de los encuestados en la GRPS por la degradación del medio ambiente es anterior a la pandemia, la creciente preocupación por el fracaso de la acción contra el cambio climático pone de manifiesto la falta de fe de los encuestados en la capacidad del mundo para contener el cambio climático, entre otras cosas debido a la intensificación de las fracturas sociales y los riesgos económicos
- Puntos ciegos de conectividad
La «desigualdad digital» se considera una amenaza inminente para el mundo, ya que 3 mil millones de personas permanecen desconectadas. No obstante, también se da el caso de que muchos países y sectores pudieron acceder rápidamente y adaptarse sin problemas a las nuevas formas de interacción humana y trabajo a distancia. Este salto digital vino acompañado de una mayor vulnerabilidad. Los encuestados en la GRPS creen que los «fallos de ciberseguridad» seguirán poniendo a prueba los sistemas digitales del mundo en los próximos dos años y, en menor medida, en los próximos tres o cinco años. No aparece ningún riesgo tecnológico entre los riesgos más potenciales para la próxima década. Esto sugiere una menor relevancia para los encuestados, o un punto ciego en las percepciones dado el daño potencial de los riesgos cibernéticos, en comparación con las preocupaciones económicas, sociales y medioambientales.
- Rivalidades crecientes
Los encuestados en la GRPS creen que las «confrontaciones geoeconómicas» surgirán como una amenaza crítica para el mundo a medio y largo plazo, y como uno de los riesgos potencialmente más graves durante la próxima década. Aunque los apremiantes desafíos nacionales requieren una atención inmediata, la pandemia y sus consecuencias económicas han demostrado una vez más que los riesgos mundiales no respetan las fronteras políticas. La humanidad se enfrenta a las amenazas compartidas y agravadas por la fragmentación económica y la degradación planetaria, las cuales necesitarán una respuesta global coordinada
Consulte el reporte completo en: https://www.marsh.com/us/risks/global-risk.html