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ALSUM – El 4 de agosto de 2020 se dio la explosión del puerto de Beirut, más de 2.700 toneladas de nitrato de amonio fueron almacenadas en este puerto después del arresto de un buque en el 2014. El fuego inicial encendió unos fuegos artificiales también almacenados allí, lo que al reaccionar entre ellos causa la terrible tragedia. Se estima que el radio de explosión fue de 9 kilómetros, dejando más de 200 muertes, 6.500 personas lesionadas y más de 300.000 personas sin techo en los alrededores del puerto.

¿Puede ocurrir un suceso de esta magnitud en Latinoamérica? Para Efraín Sorá la respuesta es sí. El nitrato de amonio es usado con fines agrícolas y la región lo importa en grandes cantidades, como es el caso de Guayaquil y Santa Marta, puertos que almacenan el componente, así pues, este incidente deja al descubierto la negligencia que puede existir en la cadena de suministros sus terribles consecuencias.

Cesar Salerno relata la génesis del problema, iniciando con el arresto del buque Rhosus, el cuál llega en condiciones precarias de mantenimiento y se encontraba navegando en condición de innavegabilidad, por lo cual queda detenido en el puerto del Líbano.

Para Cristina Mujica, el desenlace de la explosión se debe a una cantidad de detalles que fueron la receta perfecta para un desastre, ya que la embarcación tuvo múltiples llamados de atención por diferentes organismos de vigilancia en puertos y durante sus recorridos, sin embargo, nunca se tomaron acciones certeras para detener su operación.

Teniendo estos puntos de vista, ¿quién es el directo responsable de lo ocurrido?  Luis, centra la discusión en las omisiones por parte de la autoridad competente, sin verificar la infraestructura adecuada al transportar este tipo de carga, el personal competente para verificar y supervisar el almacenamiento adecuado y finalmente la fiscalización constante mientras la carga este al resguardo del puerto. Estas brechas conducen al aumento de la incertidumbre.

No obstante, en la investigación del caso no será fácil establecer un único responsable, José A. hace un repaso de los involucrados, mencionando al operador logístico, el operador del puerto o el operador portuario, el dueño de la mercancía, el buque, la naviera, son demasiados entes y personas interactuando. Para un suscriptor de riesgo son demasiados factores difíciles o casi imposibles de controlar.

Lamentablemente, el mundo tuvo que presenciar este acontecimiento para revisar las fallas que se cometen en el transporte de mercancías peligrosas, estableciendo un precedente en la evaluación del riesgo y las características de los seguros correspondientes.[:]